Las apuestas de la F.E.P.

Me voy solo ahora, mis discípulos!
¡Ustedes también partirán solos! Así lo quiero.
En verdad, les aconsejo: aléjense de mí (…)
Ahora les ordeno que me pierdan y se encuentren a ustedes mismos.

Es con esta voz que nace en lo más íntimo de los tesoros de la verdad, la del profeta Zaratustra, que Nietzsche evoca la cuestión de la transmisión. No hay transmisión sin distanciamiento ni ruptura, ciertamente un mensaje que merece atención.

Hace apenas un año, nuestra institución analítica se enfrentó a la ruptura con el fallecimiento de Gérard Pommier, quien fue el fundador de la FEP junto con Claude Dumezil, Charles Melman y Moustapha Safouan.

Estas grandes figuras del psicoanálisis que transmitieron, en los «pasos» de Freud y Lacan, un legado duradero en el pensamiento contemporáneo, dejan a través de sus ideas, sus innovaciones teóricas, marcas profundas en la cultura que continúan provocando debates, invenciones, trabajos en grupo, trabajo de textos, publicaciones. Y esto a pesar del movimiento cientificista que inunda nuestro día a día, como recordaba Roland Gori, feliz de repudiar el psicoanálisis fuera del campo de la investigación.

En este giro de la historia, corresponde a cada uno retomar y reinterpretar los conceptos de los maestros, hacer y rehacer lecturas a la luz de las nuevas realidades clínicas y culturales. Una teoría sometida a la Realidad de la práctica, caso por caso, el psicoanálisis no es una ciencia sino una práctica, como recordaba Lacan en diciembre de 1975. El deseo de análisis permanece dentro de lo que dice el paciente, en la historia de mantenerse lo más cerca posible del sujeto deseante. Con este punto de referencia que tanto Freud como Lacan recordaban, es indudablemente en el discurso del analizante donde se coloca y, por lo tanto, se desplaza el conocimiento. No hay conocimiento preestablecido, de lo contrario no podría haber sujeto. Tratamos con el psicoanálisis nada menos que una práctica regida por el juego del desfile de los significantes. Si el oficio es imposible, la práctica no deja de ser necesaria siempre que se haga recepción de una palabra más allá de lo dicho. Una palabra liberada, una palabra alejada de una lógica de goce inmediato que quisiera hacer olvidar la ineludible confrontación con la falta y la responsabilidad del sujeto. Una falta de responsabilidad, de la cual Louis Sciara escribe muy acertadamente en un artículo de 2013, que da cuenta de «un fenómeno clínico más frecuente en el campo neurótico, a saber, una atenuación cada vez más perceptible de esta responsabilidad, lo que no elimina la dimensión de la culpa pero acentúa la tendencia victimista, también en el aire del tiempo.»

Lugar de transmisión, defensa de la especificidad del psicoanálisis durante muchos años, la FEP ha hecho apuestas, la de dar todo su lugar a la pluralidad de los discursos. La apuesta de no favorecer una doxa sobre otra, para evitar el riesgo de fosilización de la teoría y el estancamiento en el discurso del maestro. La apuesta de la pluralidad de estilos, donde cada analista reinventa en cierta medida el psicoanálisis. La apuesta de compartir un espacio donde las teorías de cada analista se confrontan con las otras, al corpus de conocimientos adquiridos del momento, sin olvidar aquellos que aún no están presentes pero que esperan su hora. Una confrontación necesaria que garantiza una teoría en movimiento en relación con la cura, una teoría que continúa elaborándose, in progress. Esta doble preocupación por la apertura y la transmisión ya se encontraba en un texto de Jean Clavreul titulado «Ética», cuando escribía en 1984: «Las sociedades psicoanalíticas se comunican mal entre sí y terminan adoptando cada una un lenguaje propio y finalmente que funciona como un metalenguaje accesible solo a los iniciados y que se convierte así en un lenguaje de dominio».

Es en una apuesta de apertura como esta que se inscribe la voluntad de encuentro con las generaciones venideras. Recordemos aquí que hemos establecido, dentro de nuestra asociación, el estatus de «Miembro asociado». Un estatus que ya había sido experimentado y que abre la posibilidad de acoger a personas no analistas en la FEP, como jóvenes colegas comprometidos en la formación de analistas, colegas del ámbito sanitario, educativo, social, orientados por el psicoanálisis en su práctica profesional, pero también filósofos, lingüistas, sociólogos, artistas… que comparten los objetivos de nuestra asociación y desean contribuir a enriquecer, desarrollar, elaborar, puntos de referencia teóricos en relación con la clínica psicoanalítica.

Las instituciones analíticas son sin duda lugares imprescindibles para la formación de los analistas. En esta misma línea, hemos decidido volver a poner a prueba cuestiones cruciales sobre la formación de los psicoanalistas, la cuestión de la transmisión, la práctica del psicoanálisis hoy en día. Preguntas necesarias que solo esperan ser puestas en primer plano. En el coloquio de la FEP en 1992, Claude Dumézil recordaba esta evidencia: «¿Puede uno ser un practicante iluminado y concienzudo del inconsciente sin recurrir a los resortes profundos de esta práctica, como si uno hubiera terminado un día, de una vez por todas, con su formación?» En ese mismo coloquio, Gérard Pommier recordaba que los analistas se forman gracias a su análisis y a los controles, que las asociaciones analíticas «tienen una función de formación que consiste menos en otorgar o proteger títulos que en mantener en vilo la cuestión del deseo y permitir el paso de la teoría espontánea a la teoría propiamente dicha.»

La 77ª edición del festival internacional de Cannes acaba de concluir con un homenaje magistral, el premio especial del jurado otorgado al director iraní Mohammad Rasoulof por su película «Las semillas de la higuera silvestre». Una película muy seguramente en la línea de aquellas que afirman que el cine cambia su visión del mundo. Muy crítica con el régimen islámico, bajo la presión de los mulás, el director elige el exilio para entregar, la revuelta, el clima insurreccional lanzado por las mujeres en Irán. Este festival también ha sido revelador de la película de Jessica Palud «María», que denuncia la violencia sexual que busca legitimarse en nombre de la «grandeza artística». A estas violencias, añadamos por nombrar solo algunas otras, las de la actualidad de la guerra Israel-Hamas, la guerra en Ucrania que no dejan de recordar la lucha intrínseca a nuestra humanidad entre Eros y la muerte. Es en el corazón de esta dramática actualidad, apoyado en el texto de Freud «Malestar en la cultura», que se abrirá el próximo coloquio de la F.E.P. en Montpellier los días 28 y 29 de junio de 2024 titulado La locura de la felicidad. ¿Qué esperar del psicoanálisis hoy en día? Un evento que no dejará de cuestionar estas violencias, este malestar en la civilización en vista de esta aspiración humana subrayada por Freud, la de tender hacia la felicidad: «¡Quiero ser feliz!». Una demanda de felicidad a la que el analista se ofrece a recibir.

¡Cuestiones que sin duda merecían el lugar de un coloquio como este!

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