Psicoanálisis en movimiento, por Gabriela Alarcon

Psicoanalisi,
Fa opera
Domanda infinita e senza riposo
(Anche le risposte restano domande)
Non produce alcun oggetto
Neanche tela, spartito,
Tuttavia, lei crea e lo fa di continuo
Nulla che appartenga alla produzione, al capitalizzabile

– Alberto Zino
Necessità della psicoanalisi

El coloquio “La locura de la felicidad. ¿Qué esperar del psicoanálisis hoy?” acaba de celebrarse en Montpellier (28 y 29 de junio de 2024), de manera presencial y por Zoom. Un coloquio internacional que reunió a numerosos colegas de Europa y América Latina y que nos hizo trabajar sobre el texto freudiano “El malestar en la cultura”. Tuvimos intercambios muy lúcidos y fructíferos sobre cuestiones que nos conciernen de cerca, tanto como sujetos como psicoanalistas.

 

Freud escribió “El malestar en la cultura” entre julio y noviembre de 1929, dos años después de haber publicado “El porvenir de una ilusión”, texto en el que el autor se sumerge en el análisis de la relación del hombre con la religión, relación que prolonga lo infantil del ser humano, donde la providencia de un padre todopoderoso compensaría, en una existencia después de la muerte, las frustraciones de la vida presente. El periodo histórico durante el cual este texto fue escrito está marcado por una crisis económica mundial, que comenzó con la crisis de Wall Street en 1929. Este evento contribuirá sin duda al ascenso del partido nacional socialista alemán, que dará lugar al nazismo y a la Segunda Guerra Mundial. El año 1929 está marcado por eventos particulares para Freud. Tiene 73 años, su salud es muy frágil, ha sido operado varias veces de la mandíbula, los periodos de hospitalización no son raros y consulta, por consejo de Marie Bonaparte, al Dr. Max Schur, quien se convierte en su médico personal. Ernest Jones relata que durante la primera entrevista con el Dr. Schur, Freud establece como regla fundamental que este nunca deberá ocultarle la verdad, aunque sea dolorosa. Jones señala: En 1929, Freud retomó su trabajo escribiendo otro libro. Lo comenzó en julio y completó la primera versión en aproximadamente un mes. Jones también nos informa que este libro fue impreso en noviembre, se vendieron doce mil ejemplares en el transcurso de un año, por lo que fue necesario reimprimirlo. A pesar de ello, Freud aún no estaba satisfecho con su libro. Freud percibió con agudeza el peligro y el malestar que invadían la sociedad occidental, apenas unos años después del final de la Primera Guerra Mundial y diez años antes del comienzo de la Segunda (Freud murió en 1939). Un texto escrito entre guerras, cuando el mundo se encuentra en un estado de inestabilidad política, económica y psicosocial muy elevado, esta obra pone de manifiesto el conflicto permanente e insuperable entre Eros y Thanatos. Quisiera citar el último párrafo con el que Freud concluye el texto: “El problema fundamental del destino de la especie humana me parece ser este: si, y en qué medida, la evolución civilizada de los hombres logrará dominar las perturbaciones de la vida colectiva causadas por su pulsión agresiva y autodestructiva (…) los hombres tienen ahora tal poder sobre las fuerzas naturales, que al aprovecharse de él sería fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Lo saben, de ahí gran parte de su agitación, de su infelicidad y de su aprensión actuales. Y ahora, hay que esperar que la otra de las dos potencias celestiales, el eterno Eros, haga un esfuerzo por afirmarse en la lucha con su adversario igualmente inmortal. Pero, ¿quién puede predecir si lo logrará y cuál será el resultado?“  Esta última frase fue añadida por Freud en 1931 y aún resuena hoy.

 

Jacques Lacan, en su retorno a Freud, subraya que no hay sujeto sin Otro, tesoro de los significantes. Su enseñanza permite captar que la alteridad se sitúa primero en el lenguaje. La primera tesis fuerte de Lacan sostiene que el yo se constituye al alienarse con la imagen del Otro, es transformado por la identificación alienante, desconoce entonces su origen – Gérard Pommier explica muy bien este desdoblamiento interno del estadio del espejo en su texto “La alteridad es el sexo”. Esta alienación se produce en el campo del Otro como el campo del lenguaje, lugar donde uno se representa sin nunca llegar completamente. Al consultar el diccionario, alter indica la diferencia entre dos entidades. Derivado del latín alter, diferente, el término significa en filosofía lo contrario de la identidad. Es interesante entender cómo en el ser humano, el lenguaje da la materialidad significante en la que el sujeto se constituye en su división, y nunca puede darle una identidad completa precisamente porque no hay un significante que pueda decir exhaustivamente su ser, siempre estará en una falta de ser.

 

Vemos cómo hoy, a pesar de la democracia y el pluralismo difícilmente ganados sobre los regímenes totalitarios en Europa en el siglo pasado, la alteridad continúa siendo mal tolerada, tomando a veces implicaciones amenazantes y mortíferas – los discursos segregacionistas de nuestra época y las guerras en curso dicen algo al respecto. Lacan ya había previsto el avance de estos fenómenos. Se necesita poco para sumergirse directamente en el dominio de la ideología, necesario para encontrar el chivo expiatorio de todos nuestros males – en el texto mencionado, Freud evoca la función de descarga que incumbe al judío en un mundo de ideales arios. Hay que desconfiar de los discursos que toman este giro porque, además de tomar el valor de verdades absolutas, se basan en la idea de poder acceder al Real de una vez por todas, es decir, de dominar finalmente lo inasible. ¿Qué hacer con la diferencia que inevitablemente conlleva la alteridad?

 

En nuestra sociedad actual, caracterizada por el capitalismo y el consumo, asistimos al despliegue de una nueva economía psíquica, término con el cual Charles Melman describe muy bien, en varias ocasiones, el contexto en el que estamos inmersos y que se resume en esta proposición: ya no estamos en una economía organizada por la represión del deseo (denunciado por Freud) sino en una economía organizada por la exhibición del goce. Se asiste a una verdadera crisis de los referentes y muchos fenómenos actuales dan testimonio de la profunda mutación que vivimos: las adicciones como paradigma de consumo; la necesidad de estar siempre conectado, la realidad es rechazada en favor de lo virtual; las figuras de autoridad han perdido su legitimidad; las actitudes inéditas frente a la procreación y la muerte; la banalización de la violencia; la aparición de nuevas formas de libertinaje; los jóvenes que encuentran dificultades para convertirse en adultos y encontrar su lugar en un mundo sin perspectivas; la multiplicación exponencial de los estados depresivos, etc., por mencionar solo algunos.

 

El escenario descrito por Melman es muy cercano al descrito por Byung-Chul Han en su obra “La sociedad de la transparencia” donde lo que prevalece es la tendencia a querer homogeneizar las disparidades, a querer prescindir de la diferencia; la necesidad de ser transparente en todas sus formas, es decir, de eliminar toda fisura en la relación consigo mismo, en la comunicación con los demás, en la necesidad de conformarse sin admitir ya ninguna negatividad. Las características de estos procesos en curso en nuestra sociedad, aquellos mismos con los que se construye hoy la subjetividad, que quisiera una coincidencia total entre el yo y el ser, rechazando toda negatividad. Él afirma: “La negatividad de la alteridad y de la extranjería, o la resistencia del Otro, perturba y ralentiza la comunicación plana del Igual. La transparencia estabiliza y acelera el sistema eliminando al Otro o al Extraño”.

 

Asistimos a transformaciones que tocan la esfera de lo íntimo, la esfera familiar y social y cuestionan la relación que las personas tienen con su propia palabra. La exigencia de la transparencia infunde la idea de que es posible tener una identidad sin duplicidad. En la obra “La civilización post-edípica”, Moustapha Safouan aborda con mucha perspicacia en qué consiste esta transición y se pregunta en este contexto, qué lugar puede ocupar el psicoanálisis en esta sociedad dominada por el mercado y donde la función de la palabra está constituida de la forma más primitiva. Según Safouan, la sociedad de mercado en la que vivimos se funda en la demanda y la contra-demanda y no más en las propuestas del pensamiento lógico. Esto es lo que él llama la función primitiva de la palabra. Me parece que lo que Safouan entiende por esta manera primitiva de constituir la palabra, coincide con el término de transparencia utilizado por el filósofo surcoreano Byung-chul Han, cuando subraya que en la transparencia, todo sería revelado a la luz del sol (es evidentemente un ideal). Así se pierde la dimensión de la palabra como significante que remite a otro y que no se agota; la dimensión del enigma también se pierde, del decir como acto de palabra que no se agota en sí mismo – los analistas saben cuán difícil es para ciertos sujetos entrar en el dispositivo analítico.

 

Charles Melman, en una entrevista con el periódico belga Libre en 2002, nos advierte: la situación actual no es sostenible. Y se puede temer la emergencia de lo que yo llamaría un fascismo voluntario, es decir, una aspiración colectiva al establecimiento de una autoridad que alivie la angustia, que venga finalmente a decir de nuevo lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, lo que es bueno y lo que no lo es, mientras hoy estamos en la confusión más total. Es en esta confusión total que la progresión de la extrema derecha se acelera, no solo en Europa sino en todo el mundo. Es un fenómeno que no puede dejar de interrogarnos, especialmente cómo los discursos de odio encuentran cada vez más eco y logran ganar espacio político.

 

El psicoanálisis tiene mucho que aportar y tenemos muchas cuestiones de actualidad que nos ponen a trabajar. El próximo encuentro tendrá lugar los días 25, 26 y 27 de octubre de 2024 en Madrid con motivo del Coloquio: Angustia y depresión en la clínica psicoanalítica contemporánea. Espero que seamos muchos los que podamos encontrarnos y que sea un espacio para seguir reflexionando e intercambiando ideas.

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