¿Qué ocurre con ese vínculo entre aquellos que hablan?
por Jean-Marie Fossey
Para el fundador de la sociología francesa, Émile Durkheim, el vínculo social permite las interacciones, las relaciones interpersonales; instaura un tejido donde la solidaridad, la pertenencia y la cohesión social pueden coexistir. Un vínculo fundamental para el mantenimiento de una sociedad en la que el vivir juntos es posible.
En febrero de 1972, Lacan articula de manera más específica el discurso y el vínculo social. Un discurso como fundamento del vínculo social: «El vínculo social solo se instaura anclándose en una cierta manera en que el lenguaje se imprime, se sitúa sobre lo que bulle; es decir, el ser hablante».
Hoy en día, nuestro mundo atraviesa profundas transformaciones. La violencia de la actualidad, la guerra, la violencia contra las mujeres y los niños, la expansión del narcotráfico y sus sangrientas rivalidades, un capitalismo sin límites que deja espacio únicamente a la búsqueda frenética de una rentabilidad inmediata, reflejan esta crisis de lo simbólico que Freud y Lacan ya habían analizado.
El psicoanálisis freudiano y lacaniano nos permite interrogar estas representaciones desde el ángulo de la castración simbólica. Las diferentes luchas sociales y feministas que han sacudido el patriarcado y la omnipotencia masculina siguen siendo plenamente legítimas. Sin embargo, una sociedad en la que toda forma de límite desaparece, en la que la castración simbólica ya no desempeña su función y en la que el individuo, privado de referencias, se abandona a una jouissance sin límites, amenaza no solo el vínculo social, sino también a la humanidad misma.
En ausencia de castración, cuando la jouissance inmediata ya no está contenida por una instancia reguladora —ya sea el Superyó o la ley—, Freud muestra hasta qué punto el desencadenamiento de la “pulsión de muerte” (Tánatos) empuja al individuo hacia la destrucción. Lacan, con el concepto del “Nombre-del-Padre”, recuerda que es la ley simbólica la que estructura el deseo y permite la inscripción en un orden social. Cuando la referencia a la función paterna vacila, la violencia bruta puede tomar su lugar.
Freud y Lacan subrayan que lo humano se distingue de lo animal por su acceso al lenguaje y a la ley. Una sociedad desprovista de prohibiciones, donde la transmisión simbólica fracasa, se encamina inexorablemente hacia la deshumanización.
«¿Cómo salvar lo que es humano en nosotros?» Esta fue la pregunta planteada en una jornada de trabajo organizada en Brest en 2023 por Jacques Garnier (Escuela Psicoanalítica de Bretaña). Una jornada que dio origen a un libro, El vínculo social en cuestión, publicado en 2024 por las ediciones Érès, en la colección Humus.
En el momento de su publicación, tuvimos la oportunidad de intercambiar ideas con Jacques Garnier, quien dirigió esta obra:
«Este libro está construido como un diálogo entre varios analistas sobre las mutaciones que nuestro mundo experimenta hoy en día. ¿Podría decirnos cómo nació la idea de este encuentro?»
Jacques Garnier: (…) Fundé la E.P.B. en 1996, en primer lugar, para favorecer el trabajo con colegas de la misma región, para facilitar la inscripción del discurso analítico y contribuir a la formación de analistas. Ya había creado otras dos asociaciones: E.P.I. (para la extensión del psicoanálisis en las instituciones) y la asociación Une Autre Écoute. Siempre me ha preocupado la articulación entre el síntoma individual y el síntoma social. Disolví esas dos asociaciones para integrar sus enfoques dentro del marco de la Escuela Psicoanalítica de Bretaña, fundada en noviembre de 1996.
La aceleración de la destrucción del vínculo social, bajo la influencia de la ideología neoliberal del capitalismo, potenciada por las nuevas tecnologías, y por otro lado, los efectos del trabajo analítico (la articulación entre el trabajo analítico y el trabajo teórico), me llevaron a tomar conciencia de la amenaza que pesa sobre la especificidad de nuestra humanidad. No volveré sobre estos síntomas, las contribuciones de este libro dan testimonio de ello. Este coloquio de 2022 fue el origen de esta obra que, por razones editoriales, no pudo presentarse como las actas de dicho coloquio. Además, las discusiones que allí tuvieron lugar, muy fructíferas, fueron publicadas por separado en un número de los Cuadernos de la E.P.B.
«El orden del mercado deshace el vínculo social, a veces en nombre de la adaptación, del progreso. El arte, la cultura, e incluso los psicoanalistas, en sus posiciones mediáticas y escritos, ¿no se han dejado arrastrar por este nuevo orden?»
JG: Los psicoanalistas son, ante todo, mujeres y hombres inmersos en el tejido social de su cultura y de su época. Pero ejercen, como decía Lacan retomando a Freud, un oficio imposible: prestarse a ocupar el semblante de objeto a. Hay que distinguir la relación analizante-analista, construida en la cura a partir de la transferencia, de lo que se teje en el marco de las asociaciones analíticas. Aunque podamos esperar que un sujeto analizado sea más capaz de saber lo que se juega en su relación con los otros, hay que reconocer que ese saber preside muy poco la vida de las asociaciones y sus relaciones entre sí. Allí encontramos con frecuencia los efectos del discurso capitalista. Lacan intentó inventar dispositivos para atenuar estos efectos superyoicos y narcisistas, como la supresión de los nombres de los autores en Scilicet, los dispositivos de la EFP, y la apuesta por la passe. Sin embargo, estos intentos no lograron un éxito decisivo.
Hoy en día, muchas asociaciones se comportan como multinacionales. Esto contradice tanto la ética analítica como la necesaria disputatio y, probablemente, también la conducción de las curas. Es necesario volver a una mayor modestia y superar los odios y rivalidades. Los analistas que se adscriben a la misma ética —la del inconsciente, el bien-decir y lo real— pertenecen a la misma escuela, en el sentido antiguo del término: la de Freud y Lacan. Por supuesto, pertenecen a distintas asociaciones en función de la historia de sus miembros, su estilo singular, su ubicación geográfica… pero estos son rasgos secundarios respecto a la orientación y al acto que los une. Insistir en lo que tienen en común no daña su especificidad, sino que, por el contrario, favorece el intercambio y el debate.
Jean-Pierre Lebrun habla del “advenimiento del individuo total”, que no le debe nada a la sociedad pero lo exige todo de ella. Un No-Limit, una época donde se promueve la autodeterminación del sujeto, ¿no sería esto, en el fondo, una forclusión de la castración?
JG: En este libro incluí una conferencia de Marcel Czermak en la E.P.B. Como sabemos, trabajó mucho sobre la cuestión del objeto a en la psicosis. Estar sumergidos en el lenguaje y encontrar en él la única forma de tejer el vínculo social implica renunciar a la jouissance de este objeto, lo que nos separa irremediablemente de él. Esta pérdida es necesaria para la inscripción del ser humano entre los demás y tiene como consecuencia nuestro acceso al deseo. Todo esto no puede operar sin la castración simbólica.
«¿Puede aún escucharse el discurso del analista en un mundo dominado por la inmediatez, las redes sociales, lo digital y el protocolo?»
JG: El capitalismo también evoluciona, sus modalidades se transforman, se endurecen, se amplifican con las tecnologías digitales y las redes sociales. Lacan decía: “Serán todos estafados”. Pero también subrayaba cómo el discurso analítico puede ayudar a resistir esta estafa y preservar nuestra humanidad. Aunque no produzca un vínculo social, sí contribuye a depurar nuestras ilusiones y a pacificar nuestras relaciones.
Siguiendo estos trabajos, la Association Freudienne de Belgique y la Fondation Européenne pour la Psychanalyse han considerado que el debate merece ser profundizado. Se celebrará un coloquio titulado «El vínculo social en cuestión: ¿cómo salvar lo que es humano en nosotros?» en Bruselas y en modalidad virtual, los días 15 y 16 de marzo.
Además, recordemos que el 13, 14 y 15 de junio se celebrará en Barcelona el coloquio F.E.P. «Las paradojas de la transmisión en psicoanálisis».